Sanlucar de Barrameda

En el Sur de la Península junto a la desembocadura del Guadalquivir, una ciudad, hija adoptiva de la hispalense pero adjunta a la tasita de plata, sirve de refugio veraniego a miles de sevillanos y sevillanas que buscan el alivio natural de los 12 grados centígrados de diferencias habitual entre ambos pueblos, Sanlucar, tierra de viñedos excepcionales en el mundo, despensa de la sangre de cristo que resucita a los muertos, viacrucis de catadores que saborean la manzanilla acompañada de la correspondiente tapita de pescaito frito, en sus largos paseos por los bares y tabernas de la zona.
Sanlucar, con su popular mercado donde tanto en invierno como en verano podemos encontrar el sabroso “tapaculo” las pijotas frescas, los langostinos tigres, y las galera, sin olvidar las cajetas y las sígalas de padrón, si seguimos andando, encontramos las carnicerías y los puestos de verduras y frutas con las patata de la tierra y las rojas y dulces sandias de los arenales sanluqueños.
Cuanta cosas mas podría contar de las tardes y noches veraniegas paseando por la Calzada del Ejercito o sentado en la Plaza del Cabildo degustando las tapas y los helados del lugar. Un sin fin de agradables charlas y comentarios con los lugareños enamorados de su tierra.
Pero como en todo, siempre hay un pequeño llamémosle descuido, se trata del paseo de la Calzada, paseo con una gran parte de albero y dos tiras de aproximadamente de sesenta centímetros de solería a todo lo largo del paseo, lo cual crea determinados problemas entre los paseantes, pues como es lógico cuando se encuentra de frente nadie quiere pisar el albero, llegándose incluso a enfrentamientos verbales, algo que se podría solucionar cubriendo el total que hay entre las dos filas de solería, al tiempo que se haría un enorme favor a los vecinos que sufren la entrada permanente de polvo en sus viviendas.
En fin Sra. Alcaldesa, la piedra está en su tejado para que Sanlucar sea completa y pueda seguir presumiendo de tener uno de los pueblos con mas solera de Andalucía.
Domingo González Pulido